Meditaciones en torno a la lavadora centrífuga

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(De la serie “Centrífugas” de Vicente Arrece, exhibida en 550 entre el 18/03/22 y el 02/04/22)

por Martín López

 

“Las cosas frías se vuelven calientes; las calientes, frías. Lo húmedo se seca; lo seco se humedece”[1].

 – Heráclito

 

Las pinturas con aerógrafo de lavadoras centrífugas que mostró Vicente Arrese para 550 el año pasado me hicieron pensar en que un cuadro efectivamente es más o menos como una lavadora centrífuga: “una caja en donde se agita el peso de lo concreto, y adentro una multitud dispar de cuerpos –pesados por el líquido que aún exprimen en la psiquis– se ven comulgar desperdigados en un gran bulto común a todo”. Pero luego la gaseosidad de las pinturas-lavadora me empujó a buscar la forma de sostener que las lavadoras centrífugas son como microondas (que era lo que a mí más bien me parecían estas pinturas); propuse que una oscilación de partículas también ocurre dentro de la lavadora, si bien de forma tanto menos angelical y cuánto mejor; puesto que aun cuando a primeras los microondas parecieran superiores en el sentido técnico de su función molecular, su actividad nos resulta en la práctica un espectáculo imperceptible ante el cual no nos queda más que creer en lo que nos hayan contado, dejándonos apenas con el antes y el después de un pan con queso derretido que nos niega la experiencia del oscilamiento particular; mas no así la lavadora.

Lo elemental de todo este cuento es que la lavadora centrífuga es un paradigma de la dinámica de mutaciones aun cuando resulta esencialmente una mole aparatosa cuya presencia invasiva, dura e inamovible, no ha sido ni será superada con el pasar de los años y sus avances técnicos. Cerros no pueden agitarse si no es ocupando ampliamente el espacio, y sólo la tediosa posibilidad de usar un secador de pelo economizaría la invasiva ocupación del espacio que requiere la operación, engordando a su vez su lugar en nuestro tiempo y paciencia. ¿Pero qué tiene que ver todo esto con la idea de que un cuadro es como una lavadora? es como una lavadora solo que además es capaz de reducir un aparatoso mundo al espesor mínimo. Espacio y tiempo.

Quiero decir que en las lavadoras toma lugar el infatigable ciclo de las transformaciones y retorcimientos, y en ellas giran vueltas trapos las prendas que son molduras de nuestros cuerpos: “Cielo y tierra no tienen humanidad / tratan a los hombres como a perros de paja”[2]. En lo vuelto un trapo atestiguamos el flujo de lo sólido (el olear de las montañas), lo concreto se vuelve indeterminado, y la ley elemental se encarna. Así cuerpos de trapo oscilando en saltos abruptos son sometidos a la renovación y despojo de su mugre hacia una nueva frescura, de pronto suspendidos al reposo y coronados con la tintineante guinda de la aguda cancioncilla que nos anuncia el acabo del ciclo.

 

[1] Heráclito, “Heráclito y Diógenes”. Traducción de Cristobal Joannos. Ediciones Tácitas.

[2] Lao Tse, “Tao Te King”. Traducción de Gastón Soublette. Cuatro Vientos Editorial.

 

 

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