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Kenneth Rexroth ~ Subiendo la montaña Milestone y 22 de agosto, 1939
Traducción de Ignacio Morales
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Nota del Traductor
Subiendo la montaña Milestone y 22 de agosto, 1939 son dos poemas del libro In what hour (1940) escritos por Kenneth Rexroth en la víspera del aniversario de muerte de Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti, anarquistas ejecutados en la silla eléctrica el 23 de agosto 1927 en Boston, por un crimen que no habían cometido. El veredicto del tribunal provocó manifestaciones, huelgas, protestas y atentados en Europa, Sudamérica y varias ciudades de Estados Unidos. En un contexto mundial en que el movimiento obrero se organizaba para emanciparse del yugo capitalista. Rexroth, que había engrosado las filas de la IWW [Industrial Workers of the World], la unión internacional de trabajadores, recuerda con nostálgica desesperanza esa época. Hoy, 93 años después, el capitalismo continúa oprimiendo, no tan solo a quienes solo tenemos nuestra energía y cuerpo como medio de producción, sino a todas las criaturas sintientes del planeta e incluso a las formas de vida que despojamos de individualidad: minerales, accidentes geográficos, ecosistemas, entre innumerables otras. Para Rexroth estas circunstancias eran el síntoma de la decadencia cultural de la humanidad, bajo el influjo de un sol muerto hace milenios. Hoy sabemos que el apocalipsis es un estado continuo de degradación e innovación, hasta que las condiciones vitales sean insuficientes y afrontemos finalmente la extinción, o bien, hasta que seamos capaces de quemarlo todo.
~ IM
SUBIENDO LA MONTAÑA MILESTONE
22 DE AGOSTO DE 1937
Por un mes, recorriendo las Sierras,
un poema ha estado dando vuelta en mi mente,
detalles del sentido y el ritmo,
a la manera de los poemas, pero aún sin un centro.
Anoche me acordé de la fecha y todo
empezó a unirse y tomar propósito.
Nos sentamos tarde mientras Deneb se movía sobre el zenit
y le conté a Marie todo sobre Boston, cómo se veía
esa última terrible semana, cómo cientos lloraban
de impotencia en las calles esa última medianoche.
Le conté cómo esas horas transformaron miles de vidas,
cómo para muchos América cambió para siempre
después de eso.
En la mañana
nadamos en el frío y transparente lago, libélulas
azules vuelan sobre los juncos como millones
de delgadas flores de metal, y pienso
en ti tras las rejas en Dedham, Vanzetti.
Diciendo, “¿Quién habría pensado alguna vez que haríamos esta historia?”
cruzando la brillante pradera de un milla cuadrada
iluminada con margaritas y ciclamen,
el polen del pino flotando
con el movimiento del aire y las mariposas
azul sulfúrico a la deriva en la brisa,
te veo en la ácida luz de la prisión, diciendo,
“Adiós camarada”
En la cuenca bajo la cresta
donde los pinos acaban y la prímula de la sierra comienza,
un grupo de abogados le dispara a una botella de whisky.
La botella sigue sobre la roca, ninguno logra darle.
Contemplo el pasado sobre los picos y cañones en el último lago,
el patrón de los seres humanos parece más simple
que las diagonales de agua y roca.
Escalando la ladera, sobre la nieve derretida y las rocas quebradas,
recuerdo lo que dijiste sobre Sacco,
como se deslizó en tu mente y exigiste que fuese leído para el registro.
Cruzando bajo la arista irregular,
una mejilla presionada contra la roca
el viento golpeando la otra,
los vi a ambos marchando con un ejército
tú con la bandera roja y negra, Sacco con el estandarte de la serpiente cascabel.
Apuro el paso hasta el último banco de nieve y llego
al indescriptible azul y fragante
polemonium y al cielo muerto y al estéril granito
cristalino y al último monolito de la cumbre.
Estas son las cosas que sobrevivirán mucho tiempo, Vanzetti,
me alegra que una vez en tus días estuve entre ellos.
Algún día nombrarán montañas como Sacco y tú.
Ellas estarán aquí y tu nombre con ellas,
“Cuando estos días no sean más que un pálido recuerdo del tiempo
en que el hombre era un lobo para el hombre”
Pienso que la humanidad te recordará un largo tiempo
parados sobre las montañas
muchos hombres, un largo tiempo, camarada.
AGOSTO 22, 1939
“. . . when you want to distract your mother from the discouraging soulness, I will tell you what I used to do. To take her for a long walk in the quiet country, gathering wildflowers here and there, resting under the shade of trees, between the harmony of the vivid stream and the tranquillity of the mother-nature, and I am sure she will enjoy this very much, as you surely will be happy for it. But remember always, Dante, in the play of happiness, don’t use all for yourself only, but down yourself just one step, at your side and help the weak ones that cry for help, help the prosecuted and the victim; because they are your friends; they are the comrades that fight and fall as your father and Bartolo fought and fell yesterday, for the conquest of the joy of freedom for all and the poor workers. In this struggle of life you will find more love and you will be loved.”
—Nicola Sacco a su hijo Dante, 18 de agosto de 1927.
Angst und Gestalt und Gebet
—R.M. Rilke
¿Para qué es todo esto, esta poesía,
este atado de triunfos
reunidos con tanto sufrimiento?
veinte años de arduo trabajo,
lecciones aprendidas de Li Po y Dante,
canciones indígenas y sicología Gestalt;
¿Qué palabras puedo deletrear,
de este alfabeto de una sensibilidad?
El patrón puro de las estrellas en ordenada progresión,
el delgado aire de las cumbres de cuatro mil metros,
la vista del Pisgah sobre qué secretos de la personalidad,
el fuego de las amapolas en los campos erosionados,
el sueño de los linces en el bosque del mediodía,
las curiosas anastomosis de las redes de pensamientos,
la vida fluyendo ingobernable,
y la profunda esperanza del ser humano.
Los siglos han cambiado poco en este arte,
los temas aún son los mismos.
“Por la cresta, sácate la ropa y métete a la cama,
no vamos a vivir para siempre.”
“Los pétalos caen de la rosa”,
Nosotros caemos de la vida,
los valores caen de la historia como hombres en un bombardeo,
solo el mínimo sobrevive,
solo una hazaña desconocida.
Pueden escribirlo en todas las lápidas,
en todos los campos de batalla,
“pobre tipo, nunca supo de qué se trataba”
hombres con anteojos vendrán con palas en miles de años,
darán conferencias en universidades sobre avance y decadencia cultural.
Un poco más de ajo en la sopa,
media hora más en la cama por la mañana,
algunos de ellos lo saben, otros no;
las cosas que dejaron en la huida
están tras cajas de cristal en museos polvorientos.
Este año hicimos cuatro grandes ascensos,
acampando dos semanas en los lindes del bosque,
observando Marte nadar cerca de la tierra,
observando la negra aurora de la guerra
esparcirse sobre el cielo de una civilización en decadencia.
Estos son los últimos años terribles de la autoridad.
La enfermedad ha alcanzado su crisis,
diez mil años de poder,
la lucha de dos leyes,
la regla del acero y la sangre derramada,
la duradera solidaridad de cerebro y sangre fresca.
Están atrapados, asediados, asesinados,
Si forran sus celdas con corcho
no es para silenciar los disparos,
es para aislar las últimas palabras de los condenados.
“Libertad es la madre
no la hija del orden”
“No el gobierno de hombres
sino la administración de las cosas”
“De cada uno de acuerdo a sus habilidades,
hasta cada uno de acuerdo a sus necesidades”
Todavía podemos oírlos,
cortando pasos en el hielo azul de los ventisqueros colgantes,
tambaleando a lo largo de las erosionadas aristas.
La fría y cruel apatía de las montañas
ha sido sometida con unas cuantas líneas de cuerda
y algunas delgadas hachas de hielo,
solo quedan unos pocos picos.
Veinticinco años han pasado desde mi primer amor.
Al volver de las montañas hay una carta esperándome.
“Leí tu poema en The New Republic.
¿Te acuerdas del sepulturero de la esquina,
cómo mirábamos por la ventana del sótano la silueta bajo la sábana
y salíamos corriendo gritando? ¿Te acuerdas?
Hay una bomba de bencina en la esquina,
un estacionamiento donde estaba tu casa,
solo queda la nuestra y otras dos.
Nosotros resistimos en el ruido y el monóxido de carbono.”
Era un poema de exilio y nostalgia,
veinticinco años dando vueltas
en un mundo de ruido y veneno.
Ella resistió, yo nunca volví,
pero hay explosiones y gases venenosos
tanto nacionales como importados.
Dante tenía nostalgia, los chinos la transformaron en un arte,
al igual que Ovidio y tantos otros,
Pound y Elliot entre estos,
Kropotkin murió de ansias,
Berkman por su propia mano,
Fanny Baron mordiendo a sus ejecutores,
Makhno en el hedor de la calumnia,
Trotsky, también, supongo, apasionadamente, a su manera.
¿Te acuerdas?
¿Para qué todo esto, esta poesía,
este atado de triunfos
reunidos con tanto dolor?
¿Recuerdas el cuerpo en el sótano?
¿En qué estamos a esta altura de nuestras vidas
escritores y lectores de los antiguos periódicos liberales?